“ARRIBES DEL DUERO”
Obra inspirada en el privilegiado entorno natural de los Arribes del Duero y realizada por la mano maestra de Isidoro Moreno en 2015, nos invita a recordar las palabras que José María Rueda de Andrés, pintor y profesor de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, dijera observando su pintura:
Son paisajes distintos por personales, de una gran fuerza vital, que hacen evidentes sus impresiones subjetivas, asociadas a detalles imperceptibles a la mayoría de las personas. Es una exclusiva forma de ver, que recoge con maestría en sus obras, a veces cargados de color, y casi siempre con armónicos contrastes, que acaban destacando el detalle. En mi modesta opinión, domina como nadie los claroscuros haciendo en particular del contraluz, una belleza inusual.
A lo largo de la carrera pictórica de Isidoro Moreno, existe un patrón que desvela un magnetismo tácito entre él y los paisajes abiertos, a veces, graníticos de imponente presencia. “Arribes”, describe esa pasión callada del pintor hacia estos espacios desmesurados que elevan y sobrecogen al espectador que, inapelablemente, percibe la verdadera relación de su tamaño.
De austeridad castellana y corazón mediterráneo, la pintura de Isidoro cuenta con ejemplos palpables de esta búsqueda valiente como el “guerrero” de caballete, pincel y materia que en realidad es. Él, pintor, aborda el natural y atrapa su estructura devanando la madeja intelectual para reinterpretarla con maestría a través del código pintura.
Cito, por mencionar algunos, entre premios y obras destacables, “Hoces”, complejo cuadro de 150×150 cm, óleo sobre lienzo, premio ACOR de Castilla y León en 2011, y también añado, “Duero”, “Desfiladero”, “Primeras luces”, “Rúa” y “Albarracín”. Recorremos de su factura, una pauta conmovedora, narradora de paz, soledad y vehemencia contenida, desatada en ocasiones tras enardecidos empastes.
Impresa en la trayectoria de este pintor vallisoletano, hallamos resonancias de la herencia recibida de maestros anteriores, tales como Carlos de Haes, Joaquín Mir, Darío de Regoyos o Joaquín Sorolla, sin obviar influencias contemporáneas de Nicolás de Stael, Jean Dubuffet o Anselm Kiefer.
Tal y como el propio Nicolás de Stael, escribiría a un amigo en 1937, “Sé que mi vida será un viaje constante por un mar incierto”1, Isidoro asume la incertidumbre de la pintura cuyo referente es el natural, estableciendo un diálogo activo entre él, pintor, y su escenario, el paisaje, dejando transcender algo casi vetado en nuestro tiempo, la emoción del que hace hacia el que contempla.
D.P.Q
Dora Piñón Quintana. Pintora. Lda. en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid.